sábado, 21 de enero de 2012

El mundo a través de la ventana

Desperté otra vez allí, otro día más teniendo que soportar aquel infierno, aquella cárcel de monotonía, aquel lugar al que llamamos mundo, del que yo me siento un prisionero al que la libertad se le ha agotado como si fuesen los créditos de una máquina tragaperras, aquel lugar que desprendía pena y desesperación, donde hacía tiempo que las personas integradas en él creían en que la felicidad tan sólo era un mito.


 A los pocos segundos de estirarme me dirigí a mi ventana para abrirla y contemplar lo que afuera se encontraba, nada que pudiese ser digno de elogio o siquiera apreciar algún rasgo de belleza. Tras muchas mañanas, ya tenía el cuadro de mi ventana abierta memorizado, pues todos tienen un cuadro propio en la ventana desde la que miran cada día, lo que alguien ve a través de su ventana, es un cuadro no hecho a pintura, era un cuadro animado que aunque siempre fuera el mismo, iba cambiando conforme el día pasaba, la luz que se proyectaba en él cada vez era distinta, pero nunca dejaba de ser algo bello, todos tenemos nuestro propio cuadro en la ventana y todos deberíamos apreciarlo como un arte. En cambio, ahora todo era distinto, todo lo que mi cuadro representaba se había desvanecido, ya nada era igual, ni siquiera había luz que proyectarse, ni siquiera había algo en lo que la luz pudiera proyectarse, nada se movía como antes, todo estaba muerto y gris, era lamentable tener que despertarse día tras día en un lugar como ese, no era justo, he perdido la posibilidad de ver mi cuadro animado y ya no podía recuperarlo, el mundo se está muriendo y cada vez más cuadros pierden su color y su gracia. Más de una vez he pensado que aquello que yo vivía era una terrible pesadilla de la que algún día podría escapar y despertarme en el lugar que yo conocía y donde podré contemplar mi verdadero cuadro, por lo que sigo esperando a mi billete de salida de aquel lugar infernal y triste, mi transporte a la posibilidad de recordar lo que era la felicidad, mis ganas de ser y de vivir bien de nuevo, aquello a lo que todo hombre tiene derecho por naturaleza, aquello a lo que esperaba era la muerte, y sé que no tardaría en llegar.

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