lunes, 16 de enero de 2012

De lo prescindible, lo imprescindible

Todos, como seres vivos, necesitamos una serie de de funciones que cumplir y qué realizar para así sobrevivir y llevar una vida próspera y duradera. Necesitamos respirar, necesitamos comer, como necesitamos beber, como también necesitamos estar rodeados de los seres en los que en su interior corre la misma sangre que la nuestra. Sin embargo, hay cosas en la vida que aun sin ser imprescindibles para sobrevivir, las necesitamos para vivir. Todos hemos oído siempre que el ser humano se basta con servirse de los pequeños placeres de la vida.


No podemos llamar "pequeño placer" a algo tan grande como lo es ella, pues aun siendo fácil citarse con ella, aun teniendo siempre la posibilidad de sentirla, no es para nada un pequeño placer, pues lo más pequeño puede conllevar a lo más grande. Ella, es lo que todo ser humano necesita ya al margen de sus funciones naturales; sin ella el ser humano tan sólo es una tenue luz que no expresa sentimiento o vida aun no estando muerto. Por ella uno es capaz de llegar a explorarse a sí mismo y conocerse, viéndose cuál reflejo en un espejo y poder juzgarse por lo que es. Ella ha reparado y roto corazones, ha sabido sacar a la luz los verdaderos sentimientos de uno mismo y podido acogerte en sus brazos actuando de amortiguador en las caídas más duras, o de trampolín en los momentos más emocionantes. Ella revela la naturaleza humana de sentir y expresar, demostrando que somos más que animales racionales. Ella es ira, alegría, tristeza, coraje, valentía, amor... ella es una tormenta de sentimientos que arrasa con todo aquel que se pone en su camino, y que envuelve en una espiral de la que una vez dentro en imposible salir. Ella es esencial para vivir, pues sin su calor, sólo seríamos cuerpos que andan sin rumbo. Uno de sus nombres es sol, y también actúa como fuente de energía.


Ya mi querido Nach lo dijo en una ocasión, ella es música.

No hay comentarios:

Publicar un comentario