martes, 13 de noviembre de 2012

A vosotros

Son muchos los días en los que ya desde el momento en que nos levantamos, ya sea junto a un amanecer, o para grandes luchadores del colchón, junto a un atardecer, parece que el destino quiere entretenerse con nosotros utilizando desgracias con las que atacarnos y amargarnos, y para desgracia de muchos, lo que esto puede ser un día, dependiendo de diversos factores, puede convertirse en una temporada. A día de hoy, el sufrimiento está presente teniendo en cuenta los tiempos que corren, cada vez más situaciones desagradables como el soportar un desahucio, o aguantar la presión de esos dictadores que se esconden tras un mostrador y las faldas del Estado, conocidos como bancos, situaciones de paro...etc. Por estas situaciones e innumerables problemas que atormentan a todo el mundo, hoy desde aquí envío un mensaje a todos aquellos que sobre sus espaldas cargan el peso de lo agobiante y lo estresante, para que puedan erguirse y dejen caer esos problemas cargados a la espalda por su propio peso, quiero deciroslo a vosotros; que sois quiénes, a pesar de todos los problemas que intenten silenciaros y complicaros la existencia, siempre podéis controlar vuestro destino; a vosotros, héroes del aguante cuando aún seguís luchando porque sabéis que hay motivos por los que seguir adelante; a vosotros, os digo, que pase lo que pase, jamás perdáis la sonrisa. Sonreid, todo lo que podáis, que vuestra sonrisa sea tan amplia como vuestra expresión facial pueda permitir, sonreid hasta que cuando caiga la noche, las estrellas se reflejen en vuestra sonrisa, poned del revés una cara triste y sonreid, para que la vida pueda ver como en ella habitan todavía personas que la quieren, haced de vuestra sonrisa la mejor forma de transmitir alegría y buen humor, convertíos en heraldos del optimismo y contagiad a todo el podáis, desde hoy hasta siempre, sed un grano más de arena en un reloj que mide el tiempo que se puede ser feliz, dadles a los problemas donde más les duele y sonreid tan fuerte que les salgan moratones de solución por todas partes, sonreid a todo aquel que veáis con un aire alicaído y provocad que la comisura de sus labios formen la curva que ataja a ser más feliz, no dejéis de sonreír porque a pesar de que puedan quitaros cualquier bien externo, jamás podrán quitaros la capacidad de sonreir y de retar a los problemas de la vida, porque si esta pudiese quitarnos la capacidad de hacerlo, nos traicionaría y se le caería la etiqueta que hoy y siempre ha tenido, dejándose de llamar vida; demostradles a todos aquellos que exterminan sonrisas sometiendo a sus víctimas a ceder al peso de sus tormentos, que no estáis dispuesto a que os someta alguien como ellos, pues su motivo no es otro que el de haber perdido su capacidad de hacer lo que quieren borrar de vuestro rostro, puesto que ellos ya no creen en las cosas bellas que en copa de esperanza, nos brinda la vida, cosas bellas que podemos ver en cómo una madre corre junto a su hijo hacia un autobús que está a punto de perder y le dedica un sonrisa radiante al conductor; cosas bellas como ver a una pareja que sin decir palabra se dicen lo mucho que se quieren a través de la mirada; cosas bellas como ver que la vida pasa, que las propias vivencias nos hacen como somos, crecer, cambiar, reencontrarse con personas del pasado. 
Sonreid soldados que podeis repartir esperanza, porque cuanto más mal se pasa y más cosas de valor pueden perderse, no hay nada que valga más que sonreir, a través de la boca, con el corazón.

miércoles, 15 de agosto de 2012

La debilidad del fuerte

Fuertes, débiles ¿Qué mas da? al fin y al cabo todos entramos en el mismo saco en el que dentro están todas esas cosas que nos afligen o nos ayudan, conviertiéndonos en todo aquello que somos. Sin embargo lo curioso de esto es que todos esos elementos, según como interactuen con nosotros, seremos sujetos que se decantan más por el bien pintado lado del optimismo, o por otro lado, tristes almas en pena que en vida están más muertos cuyo único horizonte es el pesimismo. Todo esto esta ligado a una fuerza que se desarrolla en nuestro interior, y que según la mentalidad que poseamos, ya sea en una situación beneficiosa o dañina, será más o menos efectiva a la hora de levantarnos. Es cierto que siempre van a existir todas aflicciones que como agujas irán clavándose en el soporte de nuestro aguante hasta que llegue el punto de que no podamos más, pero siempre podremos quitarnos unas cuantas y sanar esas heridas con una de las armas más poderosas que el ser humano, si quisiera, podría rebosar, pero que es más fácil de perder que una mosca en la niebla, hablo de la confianza en nosotros mismos. De esta sale todo aquello que necesitamos para hacer frente a cualquier problema que se nos venga encima, sin embargo, por alguna razón existe esa aguja que se clava mejor que las demás y rompe los pilares de esa confianza, haciéndola caer sobre nosotros mismos y yaciendo sobre los escombros de lo que una vez nos guió a mirar de un modo más optimista. 

A nuestro alrededor existen todas esas personas que nos quieren y nos apoyan en los momentos en los que nuestra vida se convierte en una cuesta demasiado inclinada como para subirla sin algún empujón, pero eso no basta cuando la confianza propia pasa a convertirse en la fosa más profunda de lo negativo, haciéndonos caer y vernos a nosotros mismos como lo más patético que ha pasado por el mundo. Sin embargo, al igual que dicha confianza se pierde, también se recupera, es el boomerang que una vez lanzado se pierde a la lejanía pero aun así se las apaña para volver, y el regreso de la confianza en nosotros mismos siempre tiene un retorno que la mayoría de las veces viene envuelto en una revelación, algo que hace que nos demos cuenta de que nos hemos impregnado de estupidez hasta calarnos los huesos. Y aquí entran todas esas personas de nuestro alrededor, quienes entran dentro de nuestros males y nuestros alivios, quienes se preocupan por nuestro estado, quienes pueden convertirse en el punto más fuerte de nuestro pilar moral. Cierto es que hay quienes alardean ser fuertes y quienes lamentan ser débiles, pero en cierto modo, cada débil y cada fuerte no sería lo que es sin haber sido lo contrario antes, pues la confianza, tan perdible y recuperable, es el mejor método de revertir mentes conviertiendo a aquellos que son capaces de aguantar un segundo más, en tristes sombras de lo que antes fueron que ni siquieran se plantean aguantar, y por el contrario, por cualquier causa, aquellos desesperados que no conocían el color del cielo de profesión cabizbajo, se convierten depredadores de experiencias con hambre de mundo, y que pueden ser también el apoyo de los que una vez fueron fuertes. Por todo ello, todos tenemos una mentalidad individual, pero esta interactúa con las otras estableciendo una conexión, y en muchos casos ser influída. 

La confianza se pierde pero siempre vendrá algo que la devuelva, pues la confianza ajena acaba conviertiéndose en confianza propia.

miércoles, 13 de junio de 2012

Hermano fugaz

Cuando me encontraba ante aquel panorama no podía creerlo, jamás había sentido ese miedo y esa rabia por no poder ayudar, y es que es todo un tormento ver que hay alguien en frente que necesita ayuda y no poder ayudarle, siendo esto un acto que invita al autocastigo y la culpabilidad, pues mi deber como ser que vive en sociedad es ayudar a quienes comparten conmigo el destino de vivir como tal, y sin embargo no pude ayudarle. Le recuerdo tumbado, en aquel lugar oscuro, no del todo consciente pero podía apreciarse que aún era capaz de enterarse de lo que pasaba. Estaba tirado, casi inmóvil, aún luchando por levantarse cuando yo lo vi, y fui a ayudarlo tan rápido como pude, en vano sin embargo, puesto que ya parecía ser demasiado tarde. Traté de apoyar su cuerpo delicado en una de las paredes que estaba a los lados de aquella llanura en la que aquel se encontraba, podía notarse el largo tiempo que él llevaba allí por cómo conocía el lugar. Yo siempre supe donde estaba, jamás perdimos el contacto, pues con él he vivido desde hace mucho tiempo y para mí es considerado como un hermano, y no podía creer que estaba ocurriendo cuando no me respondía, creía que podría ser una pesadilla, que dentro de poco el suelo se rompería y caería al vacío junto con los pedazos de tierra y justo antes del impacto tras una larga caída sería el momento de despertar, pero esperar tal inútil creencia no serviría de nada. Todo ocurrió demasiado deprisa, tanto que cuando todo terminó aún pensaba en ir a ver como estaba mi viejo amigo, pero fue causa del impacto lo que me hizo retroceder en el tiempo, yo quería seguir creyendo que aún estaba bien, pero en el fondo yo sabía que estaba intentando crearme una armadura de mentiras para hacer mas llevadero el golpe, sin embargo, dicha armadura ofrece mayor peso, y por lo tanto, mayor impacto en la caída, por lo que pronto tuve que deshacerme de ella. 
-"¿Qué te ha ocurrido hermano?"- pregunté con tono desesperado entre una respiración histérica.
+"Han.... venido.... a por mi"- consiguió decirme con un leve hilo de voz tras demostrar que aún vivía con gestos de cansancio y dolor.
-"Nunca pensé que te encontrarían, pensaba que estabas seguro y que jamás iban a encontrarte, no puedes dejarme ahora tío, te lo suplico por favor" - las lágrimas comenzaban a asomarse por los lacrimales preparándose para resbalar por mis mejillas aún rojas de la ira y la rabia que me consumían.
+"Yo también pensaba que estaba seguro..... pero esto... se acaba aquí hermano.... no estés triste ¿eh? acuérdate.... de lo que solías decir...." - dijo a través de una sonrisa sincera pero que aun así tuvo que forzar para mantenerla por el dolor que lo envolvía.
-"Pase lo que pase estamos hechos para levantarnos de cada caída" - las lágrimas ya caían por mi cara y una tras otra seguían el rastro de la anterior.
+"Recuerda ante todo....... que siempre...... voy a estar..... contigo....." - nada más terminar esta frase a duras penas, lo poco de vida que aún quedaba en él, se esfumó como un soplido en un día de viento. 

Ante la inmovilidad de mi querido amigo, tan sólo pude seguir llorando y lamentando no poder hacer nada más abrazarle y decirle entre sollozos que se quedara conmigo, así pues, al ver que no conseguía nada, me subí los calzoncillos dando a mi querido amigo, un entierro digno.

lunes, 28 de mayo de 2012

Ojos de mirada múltiple

Y frente a mí se encontraba aquella bestia, aquel ser que me miraba de esa forma con la que uno siente una opresión aplastante en el alma con la que me doy cuenta de que aunque yo sobrepasase el tamaño de aquella criatura, ella podía conmigo en un abrir y cerrar de ojos, y sobre todo en el abrir. Irónica era la pasividad en la que aquel ser estaba envuelto puesto que esa tranquilidad que emanaba de sus lentos movimientos era la principal causa de mi inquietud ante tamaña arrogancia por parte de un ser irracional que podía captarse sin necesidad de que pudiera articular palabra. Se encontraba tumbado en el alféizar de aquella ventana, contemplando el mundo con aquellos ojos rasgados y profundos que en un cruce de miradas son capaces de captar la atención hasta del más despistado. Su color pardo, su inmensa cantidad de pelo haciéndole parecer la barba de un jefe nórdico, esos colmillos que de vez en cuando hacían aparición cuando bostezaba y lamía sus zarpas, su forma de estirarse y de mantener la calma hasta cuando se aprecia el riesgo al que se expone, pero todo esto no era nada comparado con lo que su mirada transmitía, los ojos de aquella criatura eran más que componentes biológicos clasificados en pupila, iris y demás, aquellos ojos hablaban por sí solos. Parecía que era el mundo el que miraba a los ojos de aquel animal, que todo estaba hecho a su mirada, puesto que era casi imposible pasar por aquel lugar sin sentirse atrapado por la presencia que transmitían sus ojos que, como diamantes en bruto, brillaban de forma notoria y podía sentirse la incomodidad invadiendo mis adentros. La mirada de aquel animal era como la astilla profunda de una tabla de madera mal pulida, que una vez clavada es difícil sacarla y aun cuando se consigue siguen quedando los restos de esta, la mirada del ser del que hablo no podía sacarse fácilmente, pues además atrapaban en una prisión de atención y menosprecio por su parte de la que aun saliendo es difícil no acordarse de que tiempo atrás ya había estado. Dos ojos envueltos en párpados que, como un telón, se abrían mostrando la curiosa forma de contemplar lo que había a su alrededor, y se cerraban escondiendo de nuevo aquel arma de inquietud que incomodaba toda presencia. Era increíble la cantidad de cosas que podían transmitir esos ojos desde que se abrían hasta que se cerraban, y a veces, tan sólo necesitaba abrirlos durante unos pocos segundos para volver a ocultar sus ojos, y hacer sentir aun más cosas. Ojos desafiantes desde el principio, que miran con arrogancia y superioridad, a pesar de su corta estatura, siendo capaz de colocarse varios peldaños sobre uno mismo, pudiendo mirar desde arriba aun estando al nivel de los pies; ojos que golpeaban con tranquilidad transmitiendo el aburrimiento que le causa la presencia de cualquiera ¿Quién podría imaginar que dos pupilas delimitadas por dos rallas pudieran tener un círculo tan amplio de sensaciones? pues aquellos ojos de mirada múltiple eran como un juicio que recae sobre uno mismo, era como si esa bestia fuese a decidir sobre los acontecimientos siguientes en mi vida. Aquellos ojos que cuando estaban totalmente abiertos, uno podía sentirse dentro de su ángulo de visión, siendo completamente agudo junto con el resto de los sentidos, pues al mínimo movimiento que pudiese ser percibido por aquella bestia, sería atrapado en su totalidad por aquel par de ojos envueltos en un brillo amenazador, a partir del cual uno sabe que tiene sobre sí, toda la atención del ser con ojos de mirada múltiple. 

Fue cuando al final escapé de aquella prisión visual, cuando comprendí, que aquellos ojos transmitían demasiado debido a que no era una, si no siete, las vidas que me contemplaban.

martes, 15 de mayo de 2012

Un ángel que envejece

Del tiempo podemos apreciar muchas cosas, a lo largo de los años, en la vida de una persona se presentan situaciones, acontecimientos importantes, personas y todo tipo de factores que hacen la vida de una persona llevadera o pesada, pero vivida al fin y al cabo, aquello que nos hace pensar y sentir, aquello que nos da un motivo para recapacitar y reflexionar, dándonos una lección de ser ayudando así en nuestro proceso de hacernos a nosotros entre lo nos rodea.


Yo, a día de hoy, he aprendido que las cosas importantes de la vida, llegan cuando menos las esperamos y sin saber si quiera que van a ser importantes. Esto me lo enseñó una persona, que en la actualidad, juega un papel demasiado importante en mi vida, alguien que llegó sin más, a quien en su momento no solía tener en cuenta, cuando es irónico tener presente que ya no hay momentos sin ella. Al tiempo tengo que agradecerle muchas cosas, sobre todo, el haberme hecho esperar para encontrar a alguien que ha resultado ser tan especial para mí que poco queda a su altura, pues da vértigo lo alto que puedo llegar con tan solo el simple pensamiento de su imagen. Tengo también que agradecerle al tiempo, que me haya hecho coincidir en la misma época con ella, a quien 19 años atrás le dio un motivo al mundo para girar más lento y hacer que el tiempo pase más despacio para así poder disfrutar con ella hasta el último gramo de segundo que pueda rasparse. Hoy es el día en que ocurrió eso hace 19 años, y por ello es motivo de celebrar, ya no sólo un cumpleaños, si no también del origen la felicidad de muchas personas, entrando yo en este grupo.




En este día, ahora mismo, Sandra Cano Gómez, te agradezco tu existencia, te doy las gracias por ser, y decirte que 19 años son sólo el comienzo de una vida que quiero vivir contigo, cumplas los años que cumplas, y que sea lo que sea que te regalen, siempre va a quedarse corto, pues el regalo que das tú con tu simple presencia es insuperable. Con todo esto, te deseo un feliz cumpleaños, y una feliz vida en la que seguir celebrando aniversarios del día en que felicidad empezó a escribirse con s.

domingo, 6 de mayo de 2012

Límites de la limitación

Siempre han existido barreras que nos han limitado en casi cualquier cosa, barreras que tan sólo actúan como una limitación para nuestras capacidades, y que lo realmente curioso es que hay veces que uno no se da cuenta de que estas paredes que atascan los engranajes que dan funcionamiento al complejo mecanismo de la forma de ser, están actuando sobre nosotros, y que para cuando somos conscientes, es difícil darnos cuenta qué diferencias había del antes al ahora.

Curiosa es la forma en cómo una persona puede llegar a complicarse la existencia con tan sólo una idea deteriorada en una mente que, como cualquier otra, es tan influenciable por este tipo de pensamiento que a veces la fortaleza mental que poseemos no es capaz de repeler, en una guerra de pensamientos, el asalto de estas ideas. Todo ser humano requiere de cuerpo y mente, sin embargo, el cuerpo no es más que la marioneta sometida a los hilos de una mente titiritera, pues es debido a que el cuerpo actúa como fruto del atrevimiento nacido de la mentalidad que tenemos de cada aspecto que se nos presente. Es irónico pensar que algo tan abstracto como la mente de una persona no tenga límites a la hora de llevar a cabo cualquier acción, cuando dicha mente es la que en ocasiones nos coloca barreras que impiden el paso de la esencia que alimenta el núcleo de aquello hacemos, pues la mente es nuestra mejor ayuda cuando es clara y constante, y nuestra peor enemiga cuando es la arquitecta de los muros que hacen de nuestras capacidades presas de la cárcel que nos limita. Sin embargo, estas barreras siempre pueden superarse porque para ello vivimos, el ser humano es, a la vez que el gran constructor de limitaciones tanto para sí como para el resto, también la mejor forma de demoler las mismas barreras que él ha creado, y es por ello por lo que cuando nos damos  cuenta de que hemos perdido en calidad en lo que hacemos, sabiendo que hasta hace no mucho éramos conscientes de que lo que hacíamos podíamos controlarlo y saber que lo hacíamos bien, somos capaces de analizar nuestra situación y explorarnos a nosotros mismos en un terreno que aunque veamos que está limitado, sabemos que es de forma temporal, pues todo aquello que ofrece limitaciones está sentenciado a tener un límite, y más aún en la mente, siendo esta ilimitada. Es por esto, por lo que hay que preocuparse más por seguir siendo constante en nuestra forma de ser o actuar, que por querer aparentar más de lo que somos, pues crecerse ante los demás intentando ser lo que uno no es, puede llevarnos tan alto que en un momento de flaqueza la caída de dicho crecimiento es más dura. La mentalidad de uno mismo es la que dictamina esto, hay veces que por más colores que ofrezca la vida, es mejor no complicarse demasiado y dejar la mente en blanco, puesto que cuando tratamos de demostrar lo ilimitada que puede ser nuestra mentalidad es cuando más limites la ponemos. Empezamos a decaer, cuando comenzamos a ser más para los demás que para nosotros mismos. Es por ello, por lo que la grandeza no se mide con grandes acciones, si no por los pequeños aspectos que nos definen..

sábado, 28 de abril de 2012

La metáfora en las nubes

Pocas cosas son la que le hacen falta al ser humano para ser feliz y muchas son las que le sobran y de las que debería librarse para así empezar a tenerlo todo por librarse de lo que es nada. A veces esas cosas son tan simples que hasta el respirar no parece del todo necesario, cosas que nos dan vida, cosas que nos hacen sentir, cosas como la lluvia. 
Como seres naturales en este mundo, dependemos de una serie de procesos que nuestra querida progenitora naturaleza nos ofrece. La lluvia es una de esas cosas, sin embargo, ya no es sólo por el hecho de el agua caída del cielo sea imprescindible para cualquier ser vivo de este mundo, si no porque la lluvia tiene más de un significado y todos pueden interpretarse de diversas maneras. La lluvia es una metáfora de la vida que nos acompaña desde siempre y afecta en nosotros, casi más, de forma moral y literaria que de forma natural, pues ¿Qué sería vivir de naturaleza si tan sólo de ella nos beneficiamos para sobrevivir? Porque lo que esta nos ofrece es como el propio amor de una madre que le da a su hijo y que de este y el instinto de cuidar de él, surgen esas cosas que a parte de estar bañadas de cariño y afecto maternal, tienen una gran cubierta poética y metafórica. 
La lluvia cae, hasta hasta chocar con la inmensa capa de materiales duros que forman el suelo en el que nos sostenemos, en una extensa horda de gotas de agua que al tacto son como la caricia de un ser querido que nos calma y nos transmite mediante uno de los sentidos, la intensidad de los vínculos afectivos que nos unen. Nuestra lluvia, temible cuando cae con furia y adorable cuando mediante pequeños fragmentos de gota muestran la suavidad y la calma con la que nos puede apaciguar. Nuestro manantial caído del cielo, capaz de apagar la llama más intensa, fruto de un arranque de ira, y sin embargo es él quien más veces se atormenta. Interpretada como lágrimas para unos, y vista como sudor, producto del esfuerzo de nuestra madre naturaleza para sacarnos adelante, para otros, y sin embargo, sea cual sea el significado, sea cual sea la interpretación o el papel que le podamos dar al obsequio que la naturaleza nos da enviado por las nubes, la lluvia será siempre el fenómeno que, como seres con capacidad de tener emociones, pueda ahogar nuestras penas encharcando sentimientos que nos atormentan o ser también el medio de consuelo que, como un abrazo cálido, a pesar de ser húmedo, nos haga sentir vulnerables sacando todo el lado natural que se encuentra en nosotros. Es la lluvia uno de los elementos que ante nuestros sentidos es de lo más apreciado, pues a la vista es bella, es por el impacto que causan las gotas al caer por lo que sabemos como suena la calma, al olfato el olor a tierra mojada nos ofrece una entrañable fragancia que desprende naturalidad, y al tacto la lluvia es la caricia que trae la paz a la mente y que aunque esta sea húmeda nos impermeabiliza de todo malestar. En un día lluvioso aquel que se resguarda de la lluvia, en verdad se resguarda de una muestra de afecto que con todo el cariño nunca quedará seca.