lunes, 28 de mayo de 2012

Ojos de mirada múltiple

Y frente a mí se encontraba aquella bestia, aquel ser que me miraba de esa forma con la que uno siente una opresión aplastante en el alma con la que me doy cuenta de que aunque yo sobrepasase el tamaño de aquella criatura, ella podía conmigo en un abrir y cerrar de ojos, y sobre todo en el abrir. Irónica era la pasividad en la que aquel ser estaba envuelto puesto que esa tranquilidad que emanaba de sus lentos movimientos era la principal causa de mi inquietud ante tamaña arrogancia por parte de un ser irracional que podía captarse sin necesidad de que pudiera articular palabra. Se encontraba tumbado en el alféizar de aquella ventana, contemplando el mundo con aquellos ojos rasgados y profundos que en un cruce de miradas son capaces de captar la atención hasta del más despistado. Su color pardo, su inmensa cantidad de pelo haciéndole parecer la barba de un jefe nórdico, esos colmillos que de vez en cuando hacían aparición cuando bostezaba y lamía sus zarpas, su forma de estirarse y de mantener la calma hasta cuando se aprecia el riesgo al que se expone, pero todo esto no era nada comparado con lo que su mirada transmitía, los ojos de aquella criatura eran más que componentes biológicos clasificados en pupila, iris y demás, aquellos ojos hablaban por sí solos. Parecía que era el mundo el que miraba a los ojos de aquel animal, que todo estaba hecho a su mirada, puesto que era casi imposible pasar por aquel lugar sin sentirse atrapado por la presencia que transmitían sus ojos que, como diamantes en bruto, brillaban de forma notoria y podía sentirse la incomodidad invadiendo mis adentros. La mirada de aquel animal era como la astilla profunda de una tabla de madera mal pulida, que una vez clavada es difícil sacarla y aun cuando se consigue siguen quedando los restos de esta, la mirada del ser del que hablo no podía sacarse fácilmente, pues además atrapaban en una prisión de atención y menosprecio por su parte de la que aun saliendo es difícil no acordarse de que tiempo atrás ya había estado. Dos ojos envueltos en párpados que, como un telón, se abrían mostrando la curiosa forma de contemplar lo que había a su alrededor, y se cerraban escondiendo de nuevo aquel arma de inquietud que incomodaba toda presencia. Era increíble la cantidad de cosas que podían transmitir esos ojos desde que se abrían hasta que se cerraban, y a veces, tan sólo necesitaba abrirlos durante unos pocos segundos para volver a ocultar sus ojos, y hacer sentir aun más cosas. Ojos desafiantes desde el principio, que miran con arrogancia y superioridad, a pesar de su corta estatura, siendo capaz de colocarse varios peldaños sobre uno mismo, pudiendo mirar desde arriba aun estando al nivel de los pies; ojos que golpeaban con tranquilidad transmitiendo el aburrimiento que le causa la presencia de cualquiera ¿Quién podría imaginar que dos pupilas delimitadas por dos rallas pudieran tener un círculo tan amplio de sensaciones? pues aquellos ojos de mirada múltiple eran como un juicio que recae sobre uno mismo, era como si esa bestia fuese a decidir sobre los acontecimientos siguientes en mi vida. Aquellos ojos que cuando estaban totalmente abiertos, uno podía sentirse dentro de su ángulo de visión, siendo completamente agudo junto con el resto de los sentidos, pues al mínimo movimiento que pudiese ser percibido por aquella bestia, sería atrapado en su totalidad por aquel par de ojos envueltos en un brillo amenazador, a partir del cual uno sabe que tiene sobre sí, toda la atención del ser con ojos de mirada múltiple. 

Fue cuando al final escapé de aquella prisión visual, cuando comprendí, que aquellos ojos transmitían demasiado debido a que no era una, si no siete, las vidas que me contemplaban.

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